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El diablo enamorado

Estaba en mi cama. Tenía en las manos un libro y detrás del libro había una serpiente. La serpiente era una cobra y me miraba de frente. De pronto me dijo que ella era Belcebú, que su nombre era sa-nat-ás pero que los humanos la conocían como Satanás. Quiso que repitiera su nombre tres veces. Me levanté con dificultad de la cama, no lo repetí.
 
 
No hablo al revés en la vigilia. Ya dije que calificaba para un exorcismo.